26 de noviembre de 2008

Envío


¿Qué pasa si te mando un mensaje y te llega en medio de una junta: "De sólo pensarte me vine desde lo más profundo de mi ser. Estoy húmeda en todos los labios de mi cuerpo, anhelante de ti, preparada para introducirte dentro por esos mismos labios y provocar suave, lento, acompasados, que tú también te humedezcas"...? ¿Qué pasa si de imaginarlo, en esa misma junta te sonrojas sin motivo aparente y tu pene crece hasta el éxtasis y escalofríos de inusitado placer te recorren a marejadas sin descanso... y las razones de la sesión de trabajo desaparecen porque la urgencia de la piel demanda la intimidad recelosa del auto encuentro...? ¿Qué pasa si nadie entiende la felicidad que te embarga y el bienestar que te cobija? ¿Qué tal si aprendemos a estimularnos a la menor provocación, en la no presencia, en el silencio, de modo que el contacto real de nuestros cuerpos sea la continuación desbordada de esos atrevimientos a distancia...? ¿Qué tal si en lugar de soñarte mi deseo alcanza a tocarte...? ¿Qué pasa -me pregunto- si sólo dejo de darle vueltas a esta idea y marco por fin "enviar" a este mensaje?

6 comentarios:

Selva Hernández dijo...

Martha!

Martha, la de siempre dijo...

¡Selva!

Datos y Numeritos dijo...

Esa sensación de ser distraído en una junta con un mensajito o un email que "brotó del cuerpo" es la maravilla.
Exploras bien esos sentimientos que rara vez compartimos con la gente

Martha, la de siempre dijo...

¡Pedro, amigo viajero! Con tantas bellas experiencias que acumulas en tu vida, mente y espíritu, es un grato honor que seas lector mío... Espero sigas siéndolo y no defraudarte nunca... Va un abrazo de corazón!

Señorita Lu dijo...

ufffffffffff!!!

buenisimoo!!!!

pulgares arriba!

Martha, la de siempre dijo...

Gracias señorita Lu!! Los comentarios motivan a seguir escribiendo....