7 de abril de 2010

Intensidad


Que poder intenso transmiten mis deseos, que a mares de distancia mis labios te susurran y tu piel se fragmenta en mi demanda. Palpitas al ritmo de mi canto... Las frases se deslizan como caricias suaves y a contramarea percibo la excitación que te despierta. Basta cerrar mis ojos para sentirte ahí, clamando a viva piel por el roce profundo de los cuerpos. En este sueño de dos no cabe interrupción alguna, el contrapunto de la danza está marcado y la música gira en una elipse ascendente. Transpiras, abrevas del aire recreando lo que en ti ha quedado como marca de fuego, sin resquebrajos de tiempo. No hay olvido, basta una leve brisa para avivar cenizas e impulsar la rueda del ritual infinito. Como sacerdotisa, recreo con la palabra el conjuro de los iniciados y recorremos por enésima vez la ruta virgen del placer. Dejamos de lado inhibiciones falsas, pudores mal aprendidos y lealtades obsesivas que no conducen a puerto alguno. Es la inquietante posibilidad de consumirnos en el fuego amatorio lo que importa. Te entregas y me entrego. Sólo en el desprendimiento absoluto volveremos a descubrirnos uno.