15 de enero de 2009

Frío


El amanecer nos sorprendió con niebla, frío y sábanas calientes que no deseaban despedirnos. Nuestras miradas se cruzaron con el halo de la satisfacción de un sueño compartido, las bocas se buscaron, las lenguas se abrazaron. Nos recogimos dentro y permitimos que nuestras diestras se encontraran. Uno a uno los dedos se tocaron, reconociendo con la luz del día las siluetas trazadas por la noche... 
Al calor de tu cuerpo me amparé, al calor del mío te refugiaste. Afuera el ritmo de la vida se volcaba incesante, presuroso. En nosotros la paz de los abrazos. Cerré los ojos para sentirte mío, me dejé ir para ofrecerme tuya. Llovía... Las gotas resbalaban por la ventana y su humedad rozaba mi entrepierna. Paisaje sonoro el de la calle agobiante, dentro de mi anhelos fluyendo liberados.
Mi espalda dejándose ir contra tu pecho, tu nariz en mi cuello, palabras susurrantes en mi oído, piernas multiplicadas y manos que no saben estar quietas...
La mañana avanza. La temperatura demanda abrigos y bufandas. Reímos cómplices, tenemos un secreto: todo el calor guardado en una cama...

2 comentarios:

Mónica Sánchez Escuer dijo...

Qué delicioso es guardar en los cuerpos todo el calor de una cama compartida.
Saludos cálidos, M

Martha, la de siempre dijo...

Gracias Mónica, es un honor y un placer que tú me leas... Un abrazo de corazón!