29 de diciembre de 2008

Hoy a las 2:46 am


Pienso en ti con una suavidad inusual. Afuera de casa el parque luce mudo, deslucido, casi espectral. Es como si el tiempo se aquietara tratando de detenerse un poco más de la cuenta, sabedor de la hora próxima de un fin de ciclo. En el silencio absoluto escucho con más claridad los mensajes del corazón... Fluye la sangre, palpita tu nombre, me aproximo para respirar tu aliento. Cierro los ojos para imprimir con más fuerza la huella de un momento atrás, antes de tu sueño en paz y del alejamiento sigiloso de tu abrazo. Sonrío. Hay mil maneras de decir amor, y mil más para deletrear deseo con nuestros cuerpos. A veces, de sólo verte desnudo y frágil me complaces. Me conmueve a morir esa entrega absoluta, tu franca disposición a navegar juntos el temporal de la pasión, el océano infinito de caricias que se crecen bajo el embrujo de la luna, la mar en calma que llega al final de cada travesía, para inundarnos de ternura desbordada por todos los resquicios. No duermo, temo despertarme de un sueño. Me confío a la noche y cuento los lunares desperdigados por tu piel. Los he visto en más de un parpadeo y siempre recrean constelaciones distintas. ¿Qué nos pronostican para el año por venir? No soy buena para los acertijos del destino, prefiero enredarme a ti, despertarte a besos, cobijarte en mi, amanecer uno.

2 comentarios:

Sandra Luna dijo...

Querida Martha la de siempre: al fin he leído varias de tus entradas. Me emociona verte tan libre y juguetona, exploradora...
Algunas metáforas me gustan mucho... Sin embargo se me antoja como lectora verte ensayar el juego de ponerse del otro lado. De él (o ellos :)) Sus perspectivas seguramente son distintas. Ahí te lo dejo sólo como un antojo

Martha, la de siempre dijo...

Querida Luna:
Algo haré para complacerte y te avisaré para que leas y comentes el resultado.
Gracias por visitarlo, ¡por fin!
Me interesaba y me interesa mucho tu opinión, siempre!