28 de octubre de 2008

El camino hacia ti


El anhelo pende de un hilo de seda. Se cuelga de una mirada, se afianza en lo efímero de un recuerdo... La remembranza de tu presencia se convierte en una pesquisa hacia un placer mayor. Es como rozar apenas la pulpa del deseo, puedo embriagarme de aroma anticipando una travesía llena de recovecos inauditos que inician en la grieta de tu ombligo y avanzan sin prisa en la exploración profunda de otros pliegues.
Cierro los ojos y el entorno adquiere otra dimensión: el silencio es como una madera que astilla dejándote en medio de la fragilidad del destino. La ventana se abre, se cuelan las oraciones, de pronto un día.
Me dejaste latiendo de emoción fulminante. Decido buscarte en los orígenes, donde late la tierra y el humus de la Vida se agita. La savia y las cortezas arbóreas provocan un buqué donde tu personalidad se aviva. Eres tú el maná de donde surge el perfume cuya gota certera duplica el éxtasis de los sentidos, creando goces más agudos y durables.
Me hallo entonces dispuesta a captar el más pequeño de los estímulos: un roce inofensivo, el coqueteo del viento, el latir del corazón que nos abraza, aromas indefinidos, una voz susurrante, los colores brillantes, una oleada de frío, el consuelo hecho canto, la humedad que irrita, la memoria del río...
Hay formas corporales de suyo voluptuosas: inquietas, sedientas, difíciles de saciar... Sumidas tiempo antes en una especie de letargo resurgen para mostrarnos candorosamente mortales, complicadamente humanos y deseables.
El camino hacia ti es un acertijo antiguo, ¿guardas las claves?

1 comentario:

Selva Hernández dijo...

Martha la de siempre, emocionante post de inicio. Esperaré con gusto (anhelo que pende de un hilo de seda, fuerte) los que vienen.