8 de julio de 2011

Distancias


Sé que me aguarda tu cuerpo ardiente al otro lado del mar; promesa viril que irrumpe la lluvia que no cesa. Oleadas de placer me abrigan de sólo imaginarte, tenso en la medida del deseo, palpándome en la visión volátil del ensueño. Me embarga una tentación de sal: porosa presencia, humedece mi piel salada como las aguas que nos distancian. Hay un regusto marino entre mis labios, un picor de medusas que agita mi entrepierna, una marea de fuego que despiada brota entre el abismo abisal. Me miro en tu mirar, que permanece impasible ante la bravura de las aguas. Mi mano se extiende hacia tu mano quebrando las crestas de las olas... Pero el mar es el mar, cruel en las distancias que agotan las teas de la noche.