Pienso en ti con una suavidad inusual. Afuera de casa el parque luce mudo, deslucido, casi espectral. Es como si el tiempo se aquietara tratando de detenerse un poco más de la cuenta, sabedor de la hora próxima de un fin de ciclo. En el silencio absoluto escucho con más claridad los mensajes del corazón... Fluye la sangre, palpita tu nombre, me aproximo para respirar tu aliento. Cierro los ojos para imprimir con más fuerza la huella de un momento atrás, antes de tu sueño en paz y del alejamiento sigiloso de tu abrazo. Sonrío. Hay mil maneras de decir amor, y mil más para deletrear deseo con nuestros cuerpos. A veces, de sólo verte desnudo y frágil me complaces. Me conmueve a morir esa entrega absoluta, tu franca disposición a navegar juntos el temporal de la pasión, el océano infinito de caricias que se crecen bajo el embrujo de la luna, la mar en calma que llega al final de cada travesía, para inundarnos de ternura desbordada por todos los resquicios. No duermo, temo despertarme de un sueño. Me confío a la noche y cuento los lunares desperdigados por tu piel. Los he visto en más de un parpadeo y siempre recrean constelaciones distintas. ¿Qué nos pronostican para el año por venir? No soy buena para los acertijos del destino, prefiero enredarme a ti, despertarte a besos, cobijarte en mi, amanecer uno.
Kerin Smith, trash books
Hace 6 años