7 de noviembre de 2012

Mi cuerpo sabe


Mi cuerpo sabe extrañarte. Tiene grabado a cincel de fuego la forma en que se encuentra con tus formas.
La docilidad de la carne que se amolda para confundir las manos que se buscan, reniega de la vacuidad que la rodea en tu ausencia. 
Me sobra aire, quiero ahogarme en los besos hasta la saciedad; olvidarme del día y la noche para marcar con los suspiros un tiempo acompasado a nuestros ritmos. ¡Búscame, bébeme, respírame!
Mi corazón se pausa ante el sigilo. Requiere de tu voz para avivar el pálpito de vida.
El espacio me brama tu silencio y hasta las cigarras quedan mudas, al atisbo de una seña tuya.
Miro el reloj. Las manecillas juegan la danza de las horas.
La luna no se ha ido, permanece latente bajo el fulgor del sol, dispuesta a cobijar la intimidad que anhelo.
Las aureolas de mi cuerpo resplandecen ante la caricia de la luz, erguidas por el soplo de aire que te anuncia.
A bocanadas, el viento me cubre contándome de ti, y certera, la brújula apunta ya el sitio impostergable del encuentro.