8 de marzo de 2012

Madeja



Madeja de carne viva, nuestros cuerpos… Difícil hallar el hilo por donde han iniciado los deseos. La piel es una tierra infinita carente de fronteras. Cada palmo conquistado, un peldaño camino al paraíso. No sé más decir cuál es mi lengua y en qué ojos profundos desvanezco mi ser hacia el abismo. Perdimos los contornos en las ansias abruptas de la entrega. Somos pliegues continuos fundidos al calor del plenilunio; brasa que se agiganta en la levedad sutil de un roce nimio. Me descubro multiplicada en ti, sedienta y saciada en el entresijo carnal que nos alienta. Pulpa abierta, amasada al ritmo del susurro volátil que se incendia. Con todo cuanto somos recorremos planicies, cumbres y hondonadas en incansable búsqueda del éxtasis. Me descorazo ante ti, te descorazo, y en esa fragilidad, nos estallamos…