23 de julio de 2009

Lluvia sacra


La lluvia sacraliza los deseos... Se desliza por la piel sin miramientos, provocativamente, sin protocolos e imponiendo audacia. Nos hace tiritar con sus caricias húmedas... Vulnera nuestro cuerpo: navega sus misterios, recorre hondanadas y salientes.
Gota a gota se avivan los deseos... La ropa se contagia de piel, adquiere otras texturas y se acopla mejor a los perfiles. El calor se desprende de los cuerpos, las miradas se excitan, las palabras carecen de sentido. La lluvia prosigue en su insistencia, fiel al candente recorrido que la anima. Los ojos miran visiones trascendidas: es el agua cristal que desdibuja paisajes exteriores para incitar la intimidad del sueño.
Late mi pulso, es río hirviente la sangre que te anhela...

16 de julio de 2009

Justo hoy pensaba en ti


Iba en el coche y llovía, agua estruendosa y fría. Arreciaba la llovizna transformándose en tempestad urbana: encharcamientos, humedad, caos, tráfico... Me tocó un alto y a lo lejos vi cruzar una esbelta figura de hombre: empapado su atuendo, actitud serena, las manos en los bolsillos, en una elegancia mojada a pesar del cabello que le escurría y las gotas enormes que con certeza le incomodaban el rostro. Traté de verte en él, con igual elegancia y mejor porte, sin saco, la camisa pegada a tu piel, translúcida la fortaleza de tu cuerpo, tu pecho viril y tus pezones excitados por el sutil roce con la tela hecha agua...
Me imaginé entonces desprendiéndote del peso que adquiere la ropa cuando se llena a mares del cielo, secándote a besos, arropándote con ternura, convirtiendo la frialdad de la tarde en fuego amable y sin prisas... 
Quise que fueras tú, quise ser lluvia...

8 de julio de 2009

Mar


Descubro que tengo un mar dentro, inacabable océano de marejadas infinitas... Olas que no cesan y sacuden mi esqueleto. No hallo cómo retener el agua, se desborda a borbotones por mis ojos, se cuela por los poros... A ratos siento que la angustia me exprime y me vacía el líquido hasta quedar seca, inerme, desmoronada... pero no, siento el volcán acuoso estallar una y otra vez, golpetear las paredes internas de mi coraza frágil, deshacer mis entrañas, aniquilar los pedazos de certeza que con tanto celo resguardaba.
El mar es un tormento despiadado, incansable, inagotable... Transmuta las visiones, emborrona los recuerdos con su confusión líquida y suelta. Cuesta trabajo asirse: los resquicios sobrantes están afilados y lastiman. Estos ríos sin freno son como magma candente, me calcinan.
Cambio de piel, mudo de cuerpo, en el proceso queda mi carne viva, roja, dolida...