Hoy tengo ojos de agua, cuerpo lánguido, silencios internos y vacíos cuyo fondo no alcanzo a tocar. Quiero que me tomes con fuerza y sacudas la desgana que me gana, que lamas mis entrañas hasta que no quede rastro de pesar. Rásgame la piel, hazla jirones, que escurra hasta la última gota de dolor... ¡y que entre el aire!
Que se ventilen las ideas, que fluya el desánimo, que logre secar el llanto... Tómame a saciar, hasta que desfallezca esta versión mía que se arrastra y diluye por las rendijas. Siento una desazón que me carcome: ¡encuéntrala, muérdela, acábatela a besos! Lléname de mariposas el pecho, diles que acaben con los bichos que me arrugan el ceño, me jalan los ojos y hurtan todas las lágrimas que llevo desde que te conozco y fui feliz. Ante todo, preserva mi corazón: sácalo y guárdalo, puede que sea lo único que conserves. Me rebasa el cansancio de la espera de esa promesa vana que no llega a cumplirse. Arráncame de mi, re-invéntame en otra piel, afíname en otros huesos menos porosos y frágiles por las incertidumbres. Ábreme y llévate lo poco que encuentres: me consume la nada, hoy soy Nada.