Recuerdo la primera vez que vi tu huella en la arena.
Diamantina de luz titilaba a tu paso.
Las ondas de sol creaban un espectro que te difuminaba...
Más de una vez te creí un espejismo y extasiada te seguí.
La mar sazonaba el ambiente y un gusto a sal atizaba el fuego de mi boca.
...Candente...
En medio de un suspiro alcancé a tocar tu pecho desnudo, virilidad expuesta, afrodisíaca...
Tus ojos adquirían tonalidades de arcoiris y el enigma que te envolvía marcaba sus propios surcos.
Mi deseo temblaba bajo el sol abrasante.
...Candente...
Extendiste tu brazo y a tu contacto estallaron las chispas de un incendio.
Me envolviste en tu cuerpo y desaparecí del mundo para entregarme tuya...
El agua ancestral resultó nuestro cobijo.
Vi partir sin pudor las prendas diminutas y todo obstáculo vencido.
...Candente...
Me hice agua, me diluí en tus poros y aún conservas sabor a mi en los trazos profundos de tu boca.