29 de octubre de 2008

Desperté con ganas de saber de ti


Te pensé y la imagen resultó muy seductora. Eras tú sin ser tú ahora: tu perfil más ligero, tu sonrisa más fresca... Aunque dormía no fue un sueño. Es como cuando cruzas dos tiempos en un mismo momento. Entiendes el profundo significado de rozar, la tremenda sensualidad de un casi... Sabes porque los amantes se desprenden de sí mismos y se entregan al vacío. Que deliciosa sensación de vértigo. Giras y el mundo se colapsa. ¿Alguna vez has dejado que la lluvia acaricie tu desnudez? ¿Ni de niño? Hace días me picó una idea y me ronda y me ronda como abeja. Deseos al viento que se moldean en un amasijo de papel. El frío que hoy recorre mi cuerpo es ausencia de ti. Desconozco cómo medir el tiempo en el silencio.
Es tarde. Otro tipo de cama me llama...


28 de octubre de 2008

El camino hacia ti


El anhelo pende de un hilo de seda. Se cuelga de una mirada, se afianza en lo efímero de un recuerdo... La remembranza de tu presencia se convierte en una pesquisa hacia un placer mayor. Es como rozar apenas la pulpa del deseo, puedo embriagarme de aroma anticipando una travesía llena de recovecos inauditos que inician en la grieta de tu ombligo y avanzan sin prisa en la exploración profunda de otros pliegues.
Cierro los ojos y el entorno adquiere otra dimensión: el silencio es como una madera que astilla dejándote en medio de la fragilidad del destino. La ventana se abre, se cuelan las oraciones, de pronto un día.
Me dejaste latiendo de emoción fulminante. Decido buscarte en los orígenes, donde late la tierra y el humus de la Vida se agita. La savia y las cortezas arbóreas provocan un buqué donde tu personalidad se aviva. Eres tú el maná de donde surge el perfume cuya gota certera duplica el éxtasis de los sentidos, creando goces más agudos y durables.
Me hallo entonces dispuesta a captar el más pequeño de los estímulos: un roce inofensivo, el coqueteo del viento, el latir del corazón que nos abraza, aromas indefinidos, una voz susurrante, los colores brillantes, una oleada de frío, el consuelo hecho canto, la humedad que irrita, la memoria del río...
Hay formas corporales de suyo voluptuosas: inquietas, sedientas, difíciles de saciar... Sumidas tiempo antes en una especie de letargo resurgen para mostrarnos candorosamente mortales, complicadamente humanos y deseables.
El camino hacia ti es un acertijo antiguo, ¿guardas las claves?